Viajes de lujo al Sáhara

La tradición de la hospitalidad de lujo no es nueva en Marruecos. En los años veinte, cuando los viajes de lujo sólo estaban al alcance de ricos y famosos, el país atendía a clientes sofisticados como Barbara Hutton, Winston Churchill, Lady Mead, Zaza Gabor y muchos otros.

En Tánger, el célebre hotel Al Minzah, situado en una colina desde la que se domina el enjambre del Grand Socco y los bulliciosos laberintos de la Kasbah, contemplaba el encuentro de las mareas del océano Atlántico y el mar Mediterráneo, al tiempo que permitía a sus residentes vigilar Gibraltar y la costa española a sólo una docena de kilómetros.

En Fez, la mansión de un virrey convertida en hotel, el Jamai Palace, ofreció a las élites mundiales la vista de la singular medina del siglo IX, con sus cientos de tejados verdes de edificios de los que el mayor es el de la mezquita de Al Qaraouyin, la universidad más antigua del mundo.

En medio de uno de los mayores oasis de palmeras datileras del norte de África, la mítica ciudad de Marrakech escondía en el interior de sus murallas de hormigón el legendario hotel La Mamounia, que garantizaba el frescor y la intimidad a la realeza, la jet set, los iconos de Hollywood y las estrellas del rock. El que fuera palacio de verano del príncipe Al Mamoun atrae hasta nuestros días a celebridades y fortunas de todos los continentes. Este hotel se ha sometido recientemente a un cambio de imagen 176 M$.

Desde hace quince años florecen en Marruecos hoteles de lujo de marcas famosas que se ubicarán en diferentes puntos del país: The Four Seasons, Hyatt, Sheraton, Sofitel, etc...

Además de éstos y de los exclusivos hoteles boutique (Delano) y casas de huéspedes conocidas como Riads, se ha abierto una categoría de hoteles de superlujo sobre todo en Marrakech:

Amanjena es la primera unidad de Amanresorts en África. Se trata de un hotel de 40 pabellones y villas con piscina privada y mayordomo, con servicio y menús personalizados para los distintos huéspedes. El edificio de la planta baja se refleja en una réplica del histórico embalse de La Menara y se encuentra a pocos pasos de dos de los mejores campos de golf de la ciudad.

El Royal Mansour lleva el lujo más allá, ya que está construido con la forma de un auténtico palacio real, con riads privados y servicios y comodidades de primera categoría, conserje privado y todo aquello que pueda satisfacer al cliente más exigente.

El Hotel Selman, diseñado por el francés Jacques García, cuenta con varios purasangres árabes para complacer la vista de los huéspedes.

El Palais Namaskar es considerado un lugar de ensueño por quienes han disfrutado de sus comodidades, su exquisita comida y sus inolvidables tratamientos de spa.

El Taj Mahal es en realidad mucho mejor de lo que se retrata en el largometraje Sexo en Nueva York.

Los comentarios están cerrados.